martes, diciembre 10, 2013

La liga de los fantasmas

La liga de los fantasmas, Spökligan, Mats Helge Olsson

Un buen puñado de veces vi esta carátula en el videoclub y nunca la alquilé. Y motivos no me faltaban. Película infantil-juvenil, aventuras de niños, fantasmas... todos esos ingredientes podían hacer un cóctel explosivo para un mocoso como yo, pero algo tendría ese estuche que nunca acababa de convencerme.

Quizá fuese porque en la caja no veía un solo nombre que me sonase o que me diera confianza (y eso que la carátula es increíblemente buena), porque tenía cosas más interesantes a las que dedicarle los veinte duros del alquiler o, simplemente, porque un sexto sentido me alertaba que eso no podía ser bueno.


La liga de los fantasmas, Spökligan, Mats Helge Olsson

Y lo jodido es que tenía razón. Vista ahora, cuando tengo mucha más paciencia que hace 20 años (también ayuda a tener el móvil en una mano y pasar totalmente de la cinta) y que me puedo tragar bastante mierda, solamente puedo pensar que La liga de los fantasmas es uno de los peores engendros que me he tirado a la cara en mi vida.

El asunto va de un grupo de chavales que van al taller del padre de uno de ellos (que, según he entendido, es una especie de estudio de televisión que imagino sería de la productora) a fabricar unos soldaditos de plomo o una chorrada por el estilo. Una vez allí oyen ruidos y comienzan a paranoiarse con historias de fantasmas. Psicósis colectiva, que le llaman.
Pero la realidad es otra. Lejos de haber fantasmas en el taller, lo que hay es un chorizo que, escapando de la policía, se ha refugiado en el local. La historia es que el tipo realmente no es malo, si no que es el cabeza de turco de una banda de contrabandistas de alcohol, y su misión es probar su inocencia a la vez que atrapar a los verdaderos criminales.


La liga de los fantasmas, Spökligan, Mats Helge Olsson

Si con ese argumento es difícil que nos llame la atención, verla es mucho peor. Muchísimo. Toda la película luce una textura parecida al de las clásicas serie europeas de los 80 estilo Ravioli o El pequeño vampiro o hasta me atrevería a decir que exhibe un look más cutre y cochambroso, casi de vídeo.
Y es que me he pasado todo el visionado pensando que era alemana, ya que la edición de aquí no traía ningún tipo de crédito ni al principio ni al final, y era sueca.

Secuencias donde es un plano general y el montaje brilla por su ausencia, un policía que se pasa el día en su comisaria jugando con la zapper de la NES, da igual que sea de noche porque por su ventana se aprecia un sol maravilloso... y así sin parar. Y mucho me temo que los actores ganan con el doblaje, porque verlos en su idioma original debe ser para arrancarse las gónadas a bocados. Todo muy cafre.

La liga de los fantasmas es un producto infecto, deleznable, sin un ápice de interés, que no es que roce lo amateur, es que es amateur. Peeero que detrás tiene a un tipo con una historia mucho más interesante que el mismísimo Ingmar Bergman.


La liga de los fantasmas, Spökligan, Mats Helge Olsson 

A saber porque la gente de la distribuidora la título aquí La liga de los fantasmas, cuando su título original es Spökligan, su traducción sería Fantasmagórico, con lo que por fechas podrían haber jugado con esa palabra podría haberse apuntado un tanto y haber sido un buen anzuelo para los despistados que se pensasen que tenía algo que ver con la película de Ivan Reitman. Cosa que, seguramente, explotarían mucho y bien en su país de origen, pues el hombre que está detrás de esto es Mats Helge Olsson, un sueco que acabó sordo de la cantidad de explosiones que rodó, amigo de rodar mierda putrefacta y más amigo de las exploitation: Animal Protector con un decadente David Carradine (con el que rodó varias películas y se especula si el actor era consciente que intervino en producciones distintas o le hicieron creer que era una única película); Huellas de sangre (Blood tracks), slasher con reminicencias a Las colinas tienen ojos al servicio del grupo musical Easy action y financiada por la Warner; y su obra cumbre The ninja Mission, aquí distribuida como Misión tras el telón de acero, uno de los mayores éxitos económicos en la historia del cine sueco (se estima que llegó a generar 25 millones de euros de la época) y que tuvo distribución internacional a más de 50 países, donde un selecto grupo de ninjas pertenecientes a la CIA (!!!!) ha de lidiar con una peligrosa misión de rescate. Unos años después intentó repetir el éxito con una secuela bastarda, La isla de las águilas y otra de ninjas como The russian ninja (también conocida como The russian terminator), pero la falta de medios y su incapacidad dieron un subproducto difícil de digerir. Evidentemente y como mandan los cánones todas ellas intentando pasar por productos norteamericanos. 


Considerado en su país como el Roger Corman autóctono, otros tiran de la comparación fácil y sobada con Ed Wood, este tipo llegó a rodar en 1974 un western en los fríos parajes suecos titulado The frozen star que no se estrenaría hasta 1977, siendo proyectada solamente en 3 ocasiones. Tan malas fueron las críticas (los actores que hacían de cadáveres no paraban de moverse y se pueden ver los letreros para turistas del set de rodaje, que era un parque temático, además de unos títulos de crédito interminables solo para llegar a la duración de largometraje) que en su última proyección solo asistieron 2 espectadores. Actualmente se cree que la única copia la quemó el propio director.
Con apenas 26 años produjo (y se supone que también dirigió escenas) Sverige åt svenskarna (algo así como Suecia para los suecos) una superproducción ambientada en 1400, con más de 20 mil extras y que tardó más de 3 años en rodarse y acabó siendo el fracaso más importantes en la industria sueca. Tal era el descontrol de la producción que se dice que a muchos actores se les pagó con favores sexuales (sí, con putillas), y las cuentas nunca cuadraron (se estima que costó unos 2,5 millones de euros de la época que hoy serían unos 8 millones de €), lo que hizo que Helge acabará de bruces en la cárcel.

La liga de los fantasmas, Spökligan, Mats Helge OlssonEsto lo llevó al cine de bajo presupuesto y el "gastar poco para recaudar lo mínimo para tener beneficios" por bandera. Y, como suele ser habitual en la serie zetosa y costrosa, se rodeaba de un grupo fiel de colaboradores, entre los que destacaban los "actores" Anders Hellqvist y Mats Huddén, protagonista adulto de La liga de los fantasmas.


Durante años su paradero fue un misterio. Desaparecido del mapa desde mediados de los 90, solamente sacó la cabeza de su escondrijo en 2001 para aparecer como uno de los muchos productores de Esquía como puedas con Skeet Ulrich, Natasha Henstridge, Rick Mayall y Leslie Nielsen. A partir de ahí se lo tragó la tierra.
Ya en la actualidad, su oronda figura está siendo reivindicada por las nuevas generaciones que le dedican retrospectivas en festivales de cine e, incluso, documentales dedicados a su persona y, sobre todo, a The ninja Mission como Regissören som försvann (El director que desapareció) para la televisión sueca. Ahora solo falta que Tarantino se apunte a la fiesta.

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